"Las cosas que llevaban los hombres que
lucharon."
Tim O'Brien
“…. Supongo que a todos nosotros nos
gusta creer que ante una emergencia moral nos comportaremos como los héroes de
nuestra juventud, que seremos valerosos y decididos, sin pensar en las pérdidas
personales o en el descrédito.
Y ciertamente ésa era mi convicción, por aquel
entonces, en el verano de 1968. Tim O'Brien: héroe secreto. El Llanero
Solitario. Si en algún momento las circunstancias lo requerían —si el mal era
lo bastante malo, si el bien era lo bastante bueno—, yo, sencillamente,
recurriría a una reserva secreta de coraje que se había ido acumulando en mí a
lo largo de los años. El coraje, parecía pensar, nos llega en cantidades
limitadas, como una herencia, y si somos frugales y lo acumulamos, y dejamos
que gane intereses, aumentamos decididamente nuestro capital moral como
preparativo para el día en que hay que saldar las cuentas.
Era una teoría
consoladora. Pasaba por alto todos los pequeños y molestos actos cotidianos en
que hay que mostrar coraje; ofrecía esperanza y gracia al cobarde habitual;
justificaba el pasado a la vez que amortizaba el futuro.”
“…Una auténtica historia de guerra nunca
es moral. No instruye, ni alienta la virtud, ni sugiere modelos de
comportamiento humano correcto, ni impide que los hombres hagan las cosas que
los hombres siempre han hecho. Si una historia parece moral, no la creáis. Si
al final de una historia de guerra os sentís edificados, o si sentís que una
partícula de rectitud se ha salvado de la devastación a gran escala, entonces
habéis sido víctimas de una mentira muy antigua y terrible. No hay la más
mínima rectitud. No hay virtud.
En consecuencia, la primera regla básica es que
puedes distinguir una auténtica historia de guerra por su lealtad absoluta y
sin concesiones a lo repugnante y lo soez.”
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