miércoles, 10 de abril de 2013

II República - La Reforma Agraria


Pascual Carrión, desde su cargo de vocal del Instituto para la Reforma Agraria,
tuvo una intervención decisiva en la planificación y desarrollo de la reforma. Su obra
Los latifundios en España, publicada en Madrid en 1932, es una de las obras
fundamentales en el estudio del medio agrario español. Suyas son las siguientes
consideraciones:

“el problema de los latifundios en España no es una entelequia inventada por unos
cuantos descontentos o idealistas, sino una cuestión grave de enorme trascendencia
económica y social para nuestra patria. No se trata sólo del hecho de que unos 7.000
propietarios poseen más de seis millones de hectáreas en las regiones manchega,
extremeña y andaluza, sino también de que disfrutan la mayor parte de la riqueza que
en ellas se produce, dejando al resto de sus habitantes en situación precaria, y, sobre
todo, impidiendo que se intensifique la producción y puedan progresar esas provincias
(...) Los latifundios no tienen relación alguna con las condiciones naturales de estas
regiones y su origen se halla en la Reconquista y la Desamortización. Consecuencia de
ellos son: la despoblación de los campos, el deficiente cultivo, los jornales bajos, los
arrendamientos caros, la escasa y raquítica ganadería, y, en general, la situación
precaria en que se encuentra la tercera parte del territorio nacional (...) Ante estos
hechos, es suicida y criminal cerrar los ojos para no verlos y dejar que pasen los años y
aún siglos, como hasta ahora ha ocurrido, sin ponerles remedio. Hay, pues, que
afrontar su solución con serenidad pero con energía (...).”

"Los habitantes de las regiones del norte de España, se dice, son más trabajadores que
los del sur, y, por ello, la región cantábrica es más rica que la andaluza y extremeña.
Pero para comprender cuán exagerada es esta afirmaci6n basta fijarse, por lo que a
agricultura se refiere, que en el norte se cultiva menos la tierra que en el sur .
( ...) muchas personas que pasan por cultas consideran que el obrero del sur no puede
alcanzarla capacidad del levantino y el catalán debido a su inferioridad racial o ala
influencia del clima, sin detenerse a pensar en la influencia que tienen las condiciones
sociales en las diferencias que se observan. L:io realidad, sin embargo, sale al paso de
estos prejuicios.
(...) el campesinado andaluz, cuando sabe que ha de disfrutar del producto de su
trabajo, lucha con la naturaleza como el mejor labrador y logra resultados admirables.
Los vicios que se achacan al jornalero andaluz no son propios de él, sino consecuencia
obligada de la situaci6n económico social de aquella región. No es holgazán, sino que
se le obliga a sufrir largos períodos de paro forzoso, de por sí desmoralizadores, que
llevan consigo el hambre y la miseria, los cuales, a su vez, producen la debilidad y la
dejadez que tanto se le censuran.

Por añadidura, el ejemplo de muchos señoritos que no han hecho nada en su vida y, en
cambio, disfrutan de comodidades y placeres, no es nada edificante. La falta de centros
de cultura y de distracción en los pueblos hace que el obrero tenga que ir a la taberna,
y no es extraño que allí busque el vino, que le da la sensación de hallarse alimentado
sin comer y que le permite olvidar un poco la tristeza de su vida y las injusticias de los
hombres.
Tratar de holgazanes y viciosos a los campesinos hambrientos de Andalucía y
Extremadura es agregar a la injusticia de que son víctimas el escarnio.
Los grandes propietarios calculamos reúnen el 64% de la superficie en Cáceres y e1
62% en Badajoz, pudiéndose afirmar que entre 2.000 de ellos acaparan más de dos
millones de hectáreas, es decir, la mitad de toda la región (...).
Las grandes fincas ocupan del 40 al 60% de la superficie total en las provincias
andaluzas y los grandes propietarios reúnen por término medio del 50 a1 60% de la
extensión total (...).

En donde la propiedad se halla dividida, la tierra se encuentra generalmente
aprovechada al máximo; en cambio, cuando se halla acaparada, como su propietario,
aunque obtenga poco producto por hectárea, en total reúne una suma importante, no
siente estímulo para intensificarla producción ( ...) .
El problema del paro campesino lo engendra principalmente la concentración de la
propiedad en pocas manos y exige para resolverse que se le facilite tierra al trabajador
o que se le dé participación en la producción que de ella se obtiene.
( ...) para intensificar la explotación del suelo y mejorarla situación de los trabajadores
del campo es preciso dar acceso a éstos a la tierra y evitarla concentración de la
propiedad rústica en poder de unos pocos individuos. El problema de los latifundios
aparece, por ello, en primer término, cuando se quiere acometer seriamente la
Reforma Agraria."

Carrión, P. : Op. cit., pp. 373-374.

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