Los diecisiete catedráticos que aún siguen reunidos en una sala anexa de la Real Academia Española de la Lengua cumplirán hoy siete meses desde que se embarcaron en la colosal tarea de encontrar un adjetivo que pudiera reflejar con precisión la figura del ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert.
“Cuando parece que ya lo tienes, el mostrenco este vuelve a arremeter y tenemos que sentarnos de nuevo”, declara uno de los filólogos. La mayoría de los integrantes de la comisión, formada en un principio por cuarenta y cinco especialistas en filología hispánica, han abandonado el equipo con el convencimiento de que el idioma español no es suficientemente rico para insultar al ministro. Palabras antiguas como mamarracho, chisgarabís o zote se descartaron inmediatamente “por ser demasiado elegantes para una rata”, puntualiza otro de los miembros de la comisión.
Al parecer, los trabajos van ahora encaminados a la construcción de una palabra nueva que sea capaz de trasladar el sentimiento de la mayoría de los estudiantes españoles y del profesorado. Según el portavoz de la comisión, el 8 de marzo de este año, a las siete de la tarde, se dió por bueno el calificativo “Putabrón”, que llegó a cumplir su función durante catorce horas, hasta que se vino abajo con la publicación de las nuevas tasas universitarias.
Ahora mismo, los filólogos se hallan divididos entre los desesperados que abogan por recurrir al clásico “hijo de puta” de toda la vida, y los que siguen insistiendo en encontrar un nuevo término, como “zangolomierda”, un insulto sintético compuesto ayer a última hora de la tarde y que mezcla el adjetivo zangolotino con el popular sustantivo que hace referencia a aquella persona de escasos valores.
Si no se llega a un acuerdo, la comisión podría recurrir a un pacto in extremis y aprobar “zangolomierda de la gran puta” para calificar la figura del ministro de Educación, aunque tres de los filólogos ya han advertido de que el insulto se quedará corto en cuanto Wert vuelva a parpadear.
Los filólogos no encuentran un calificativo suficientemente grosero para Wert | Rokambol
Los estudiantes podrán usar el Nuevo Testamento para resolver ecuaciones de primer grado
Wert y Rouco acuerdan prohibir el uso de la calculadora científica.
A partir del próximo curso todos los centros españoles de Enseñanza deberán permitir que los alumnos que lo deseen puedan recurrir a pasajes del Nuevo Testamento para resolver las operaciones algebraicas más complejas, sobre todo aquellas en las que una de sus variables tenga un coeficiente numérico igual o menor al polinomio de la Santísima Trinidad.
Excepto la Epístola a los Efesios, que según Rouco Varela podría contener referencias eróticas poco edificantes en alguno de sus capítulos, los alumnos tendrán total libertad para aplicar el resto de las enseñanzas del Nuevo Testamento, no solo en la asignatura de Matemáticas sino en el resto de las materias e incluso en “innumerables aspectos de la vida cotidiana”, en palabras del propio ministro de Educación. “La Primera Epístola a los Corintios es particularmente adecuada para conciliar el sueño en aquellos chicos y chicas cuyo cuerpo empiece a despertar”, ha asegurado Wert.
El Evangelio según San Lucas, en cualquiera de sus pasajes, podrá ser utilizado especialmente para responder preguntas enrevesadas de Física y Química, siempre que en su planteamiento se halle ausente el estroncio o el sulfato de cadmio, y el alumno no hubiera pecado de palabra, obra u omisión hasta el momento del examen.
La LOMCE también prevé que cualquier alumno del territorio español pueda tener derecho a que los problemas de álgebra le sean enunciados en latín, etrusco o arameo medio, siendo responsabilidad del centro la contratación de un especialista en lenguas muertas que posea la titulación oficial, corrección en el vestir, y un envidiable sentido del humor.
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