Angel Merino Galán
Mi guerra empezó Antes - 1
Un día soleado y polvoriento en Añóver de Tajo, mientras conversaba con su alcalde, un campesino castellano, alto, enjuto, de ademanes mesurados, que me recordaba la frase que Chesterton exclamara ante don Fernando de los Ríos cuando visitaban los pueblos de Castilla: "¡Qué cultos son estos analfabetos!".
- (pag.21) "Mi guerra empezó Antes"
"Mi guerra empezó Antes" - 2
"...Podíamos conceder a los republicanos la probidad y la buena fe en intención de dotar al pueblo español de un régimen liberal para que, según frase de don José Ortega y Gasset, "elija su camino sobre el área imprevisible del futuro, que viva a su modo y según su interna inspiración". Hermosas palabras impregnadas de una ingenua confianza en la madurez y cordura de un pueblo que no tardaría en demostrar su apasionada crueldad y su bestialidad sin freno. Porque hay mucha distancia entre la bravura del toro, con el que una vergonzante adulación pretende alegorizar los instintos y las pasiones de nuestro pueblo, y las matanzas despiadadas, las venganzas ruines, la mofa sarcástica ante la víctima indefensa, el ensañámiento sádico en la inmolada.
¿Por qué ocultar la verdad? No creo que sea buen método, para educar a un pueblo, pintarle en el espejo donde se mira una imagen distinta a la que refleja."
- (pag.41) "Mi guerra empezó Antes"
"Mi guerra empezó Antes" - 3
"...Empezábamos a jugar con el fuego de la zarza, que ya estaba ardiendo. Pero no haríamos nada para apagarla, hasta que nos abrazasen sus llamas.
(Al contemplar hoy, en la adecuación de una perspectiva que los años proporcionan, el período que transcurre desde principios de diciembre de 1935 hasta el comienzo de la guerra, queda uno sobrecogido de estupor. ¿Cómo es posible, se pregunta, que aquellos hombres -evidentemente cultos- que pretendían defender su República no se dieran cuenta del fuego que ardía ante sus ojos, que les quemaba la piel?. Se resiste uno a creer que fueran tan imbéciles. Aunque es posible que lo fueran, porque el ser humano tiende, por su propia naturaleza de ser superior, a creerse capaz de dominar siempre las circunstancias adversas. Le ciega su propio orgullo.
Una frase me trae con frecuencia la memoria. La pone Casona en labios del portero de un orfanato, en su obra "Nuestra Natacha". El portero que se ha visto obligado a despojarse de su uniforme y ha sufrido la indiferencia de los niños, mientras se paseaba entre ellos por el patio del colegio, es un día autorizado a ponerse su levita y su gorra. Se apresura a salir así vestido al patio porque está seguro de que los niños, como en efecto sucede, harán un vacío en su torno y se alejarán atemorizados. El portero se pasea erquido, con ademanes de Napoleón y exclama ufano: "¡Qué autoridad se siente desde aquí dentro!".
- (pag.54) "Mi guerra empezó Antes"
"Mi guerra empezó Antes" - 4
"La incultura de las masas". Es muy sencillo urdir frases para justificar la bestialidad. No, era falso, no se debía atribuir a su ignorancia. Yo había conocido de cerca a los hombres que integraban esas masas, había conversado con ellos, les había hablado en los mitines. Los campesinos de los sindicatos de Trabajadores de la Tierra no sabrían , en su mayoría, leer ni escribir, pero no eran hombres incultos. Poseían, como había reconocido Cherterton, una cultura milenaria. No quemarían un libro por el gusto de verlo arder. Al contrario, tenían por la "letra impresa" ese respeto propio de los analfabetos. No, no era de su ignorancia la culpa. Era el odio que todos les habíamos inculcado. Todos, cada uno a su manera.
Nosotros, con nuestros discursos y nuestros periódicos, habíamos exarcebado su apasionamiento político. Pero los otros, el "amo", el cura, el alcalde, los caciques de los pueblos, ¿desde cuándo venían fomentando su odio?.
Todos lo habíamos alimentado y todos recogíamos su fruto.
- (pag.151) "Mi guerra empezó Antes"
"Mi guerra empezó Antes" - 5
Todos èramos anarquistas. ¿Todos? Sí , todos. Y hasta los mismos comunistas lo eran en su fuero interno, sin atreverse a confesárselo ni aun siquiera a imaginar que pudieran serlo. Algo en las entrañas de todos rechinaba y nos impelía a rechazar las jerarquías y la disciplina consiguiente. ¿Quién era más que otro? "Del rey abajo, ninguno." Pero hacía ya más de un siglo que los españoles habían respondido ¡No! a su rey, aunque hasta bien recientemente hubieran soportado su presencia. Sin reconocer su derecho a ser más que los demás . Orencio era el jefe de su brigada, pero sus soldados eran los dueños de sus fusiles. Y cada uno de nosotros era señor de sí mismo y obedecería porque quería y cuando quería.
No eran necesarias las teorías de Bakunin para que en nuestro solar proliferara el anarquismo. En nuestra tierra el anarquismo no era una planta extraña. Lo era el comunismo soviético, una planta parásita, y por eso pudo solamente desarrollarse merced a circunstancias excepcionales. Pero sus raíces, como las de las "malangas" tropicales, cuando se derrumbó el tronco que las nutría, quedaron agitándose desnudas en el aire. El anarquismo en nuestra tierra es como el bambú, que siempre rebrota, por más que se le corte.
(pag. 189) "Mi guerra empezó Antes"
"Mi guerra empezó Antes" - 6
Teóricamente, ya en los años de la República, el anarquismo era un movimiento anacrónico. La evolución social lo había ido desplazando en casi todos los países. Menos en España, naturalmente, donde esa evolución social padecía un retraso de cincuenta años. La República,tal como fue planteada y gobernada, era todavía un régiman del siglo pasado.Pero además en España el temperamento de nuestro pueblo, como ya he anotado, sin necesidad de teorías, engendraba anarquistas por doquier. En todas las organizaciones había hombres reacios a acatar la más mínima disciplica y a someterse a las leyes del juego democrático.
(pag. 190) "Mi guerra empezó Antes"
http://www.elpais.com/especial/aniversario-sublevacion-militar/
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